Y cuando haya pasado la epidemia ¿qué haremos?
Estamos pasando momentos difíciles. Encerrados en nuestras casas, preocupados por la posibilidad de adquirir el COVID-19, añorando saludos y abrazos de nuestros seres queridos, por aprovechar nuestra vida productiva y continuar con nuestros trabajos como lo hacíamos regularmente. Todos queremos salir de esta situación y volver a la vida de antes, a lo que conocemos como vida normal.
Evidentemente cuando esta epidemia pase la vida que conocíamos como “normal” será definitivamente distinta. El Instituto Coordenadas pone de manifiesto que el impacto del COVID-19 está siendo de tal magnitud que ya hay pocas dudas de que va a transformar en el mediano plazo el mundo social, político y económico.
Las consecuencias de las decisiones tomadas por individuos y gobiernos nos afectarán en nuestra vida cotidiana. Y aun no sabemos si esta epidemia vendrá seguida de otras, por ello debemos aprender a convivir con la idea de que un organismo microscópico puede hacer tambalear el sistema capitalista en todo el mundo.
Entonces podemos preguntarnos ¿cómo será nuestra vida después de la epidemia? Quizá deberíamos pensar un poco al respecto hoy que tenemos tiempo debido a este encierro.
Realmente la nueva actividad económica dependerá de la forma en que los gobiernos respondieron a la pandemia. John Maynard Keynes, el economista que inspiró la mayoría de las políticas después de la segunda guerra mundial; lo que hizo que Europa pasara de la miseria y devastación a la pros-
peridad y bienestar, tenía algunas propuestas básicas.
Keynes no proponía aumentar sistemáticamente el gasto público y la oferta monetaria. Lo que proponía era una política anticíclica: dotar a los gobiernos y bancos centrales de la capacidad de impulsar la economía con medidas expansivas cuando la coyuntura lo requiriera, para luego revertirlas cuando la economía creciese por sí sola. Recordaba la parte bíblica de las siete vacas flacas y las 7 vacas gordas, para destacar que la economía es cíclica.
Una buena política económica no consiste en endeudarse, consiste en tener recursos para hacer contratación pública, ayudar a las empresas y a las familias en tiempos de crisis y garantizar siempre los servicios públicos. Sólo cuando cae la actividad económica, y con ella, la recaudación pública, es inevitable el déficit público y el endeudamiento.
Todos los gobiernos están discutiendo medidas de choque para hacer frente a una situación posterior. Las medidas fiscales que se han considerado abarcan desde la rebaja de tasas y moratoria al pago de ciertos impuestos. Entra las medidas monetarias está la apertura de líneas de crédito avaladas por el estado para facilitar la financiación del capital circulante. Se han emitido también bonos y esos nuevos fondos, algunos proponen, deben ser repartidos entre la ciudadanía “helicopter money”.
Hay recomendaciones enfocadas a “reinventar” los mercados financieros, como el mercado bursátil y de inversión. También se deberá promover la digitalización apuntando al trabajo a distancia, sobre todo con esta adaptación al confinamiento en casa.
Adicionalmente se promoverá la importancia de la producción nacional en sectores estratégicos, no solo en el sector energético sino también en los sectores tecnológico y biotecnológico. Esto obligará a un control industrial más estricto para garantizar la seguridad de los ciudadanos.
También tener conocimiento se ha vuelto estratégico. Por ello el control de datos estadísticos de salud, la investigación científica, de estratificación social, del consumo, del sistema financiero, va a sufrir una mayor intervención de los poderes públicos.
A nivel global, se ve una ‘reinvención’ de la guerra fría, con lo que se puede predecir una escalada de enfrentamientos entre China y estados Unidos. Los productores empezarán a traer de regreso a asa los trabajos (“re-shoring”). Según la profesora Beata Javorcik, economista en jefe del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo.
El Dr. Anthony Fauci, principal experto de enfermedades infecciosas de Estados Unido dijo que, aunque la salud pública es su máxima prioridad, mantener la sociedad y la economía en confinamiento por tanto tiempo traerá resultados negativos involuntarios, como el desabastecimiento de alimentos y el descuido al tratamiento de otras enfermedades.
En ese sentido, el ex primer ministro británico, Tony Blair, dijo estar “aterrorizado” por el daño que el confinamiento estaba causando a la economía del Reino Unido, que se calcula en 2.900 millones de dólares diarios.
El problema de implementar estas medidas es que tenemos poco margen para aplicar la teoría keynesiana. Los gobiernos están sobre endeudados y recordemos que tendremos que devolver todo. Estaremos pasando esta deuda a nuestros descendientes. Lo cual no es justo cuando además ellos heredarán un mundo sobre contaminado.
Pero recordemos, esta pandemia pasará, lo que nos toca es estar preparados para el futuro y adaptarnos a la nueva vida ‘normal’. Pensemos que después de 7 años de vacas flacas vienen 7 años de vacas gordas.
“(…) el faraón tuvo un sueño: Estaba de pie junto al río Nilo cuando, de pronto, del río salieron siete vacas hermosas y gordas que se pusieron a pastar entre los juncos. Detrás de ellas salieron otras siete vacas, feas y flacas, que se pararon a orillas del Nilo, junto a las primeras. ¡Y las vacas feas y flacas se comieron a las vacas hermosas y gordas!”
(Génesis 41, 1-4)